¿Qué es la curva de extinción y de qué nos sirve conocerla para el adiestramiento canino?
En este artículo intentaré explicar uno de los aspectos más importantes que, debido al desconocimiento de los propietarios, acaba por fijar comportamientos indeseados que son muy difíciles de cambiar posteriormente. Por motivos ajenos a su voluntad, el propietario acaba adiestrando al perro, sin ser consciente de ello, para que realice comportamientos molestos.
Según dicen las leyes del aprendizaje animal, repetimos aquellos comportamientos que reportan beneficios. Estos beneficios, refuerzan la conducta, por lo que también se conocen como refuerzos. Un beneficio es todo aquello que nos resulta agradable. Para los perros, son refuerzos: comida; juego; interacción social (si no tienen miedo a la misma); que les prestemos atención (hablarles, tocarles y/o mirarles); dejarles caminar en los paseos; dejarles salir de casa; soltarles la correa… Siempre que nuestro perro reciba alguno de estos beneficios, deberíamos pensar si su estado emocional y su comportamiento nos gusta y queremos verlo repetido, porque lo estamos reforzando, queramos o no. Siguiendo este mismo razonamiento, los comportamientos que no reportan beneficios, desaparecen, se extinguen. Efectivamente, así es, aunque el efecto no es inmediato. Cuando un comportamiento ya ha “producido” refuerzos, en el momento que dejan de aparecer, el comportamiento se intensifica temporalmente y sólo si no hay refuerzos durante suficiente tiempo, el comportamiento se extingue. A este proceso se le ha llamado “curva de extinción” (por su semejanza a lo que sería un gráfico de una parábola).
Os pongo un ejemplo bastante cotidiano: pedir juego en casa.
Nuestro perro quiere jugar, estamos sentados en sofá, viene, nos mira y nos mueve el rabo. Si no queremos jugar, le ignoramos. Entonces, como no recibe respuesta, nos trae un juguete y nos da un golpecito con el morro.
Respuesta: seguimos ignorándolo. A partir de ahí, empieza a ladrarnos o a mordernos (el comportamiento de pedir juego se intensifica) y como consecuencia de ello pueden ocurrir dos cosas:
- Le seguimos ignorando y el comportamiento desaparece (al menos en ese momento).
- Le decimos que NO y le empujamos. El comportamiento se ha visto reforzado. Ya hemos empezado a jugar con él (está buscando interacción y lo consigue). Acabamos de adiestrarle para que pida juego ladrando. Si finalmente decidimos hacer las cosas bien y conseguir que se extinga el comportamiento porque no lo reforzamos, dicho comportamiento se intensificará desde el último nivel que consiguió el refuerzo. Es decir, debemos estar MUY mentalizados de tener en ese momento la paciencia suficiente, ser conscientes de hasta dónde puede llegar el comportamiento del perro y saber qué haremos en ese caso.
Otros ejemplos de comportamientos cotidianos en perros que se suelen reforzar, haciendo uso de la curva de extinción, involuntariamente, son (aunque seguro que al lector se le vienen más a la cabeza):
Pedir en la mesa Pedir salir de una habitación
Para acabar, he de comentar que, aunque estamos trabajando en positivo (sin correcciones), poner el comportamiento de un perro en un programa de extinción, sin más, no es el mejor método de adiestramiento. Hay que tener en cuenta que la intensificación en la respuesta del can se produce porque su frustración aumenta (más cuanto mayor sea su nivel de estrés), y dependiendo del perro y la situación, podemos tener efectos secundarios, como por ejemplo, agresiones a miembros de la familia cuando el perro pide en la mesa (corroborado por nuestra experiencia). Es mucho mejor ser proactivo.
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noel espinosa | máster en etología clínica | adiestrador conselleria lic. cv-acc-54