Tener unas nociones básicas sobre estrés canino nos permitirá ayudar mejor a nuestro perro, tanto para realizar un buen adiestramiento como para mejorar su bienestar en general.

Supongo que muchos de vosotros ya habréis oído hablar, en mayor o menor medida, del estrés canino. Para alguno de vosotros es posible que sea la primera vez. Espero que este artículo os ayude a todos a entender mejor a vuestro perro, con las innumerables ventajas que esto supone.

El estrés (para cualquier especie animal) se puede definir de muchas maneras pero hay una frase que lo puede resumir bastante bien:

El estrés es un proceso adaptativo frente a un cambio en el entorno. Desde este punto de vista, teniendo en cuenta que todos los días nos encontramos con algo nuevo, podríamos pensar que todo en la vida es estrés… Efectivamente, la vida sin estrés es imposible, pero antes de que os alarméis, debemos aclarar a qué nos referimos cuando hablamos de estrés en la vida cotidiana. Todos hemos oído, o hemos dicho, alguna vez, “es que estoy estresado” o “está estresado/a”. Pero en estos casos, nos referimos a niveles de estrés bastante elevados, lo que no implica necesariamente que sea negativo.

El estrés es un mecanismo de nuestro organismo para poder hacer frente a una exigencia y poder obtener los resultados deseados. Cualquier cambio en nuestro entorno genera un esfuerzo adaptativo: un cambio de trabajo; cambio de domicilio; recibir una visita; presentarse a unas oposiciones; un nuevo grupo de amigos; empezar un nuevo curso; aumentar el número de tareas diarias… Si el nivel de estrés sube en proporción a la exigencia del entorno y se mantiene dentro de unos límites adecuados a la capacidad de gestión del individuo (diferente para cada uno), esta subida de estrés nos permitirá ser más competentes en la tarea que vayamos a realizar. El problema llega cuando los niveles de estrés se disparan muy por encima de esta capacidad de gestión (por ejemplo, en un accidente de tráfico grave), conocido como estrés agudo o cuando se mantienen elevados durante demasiado tiempo (por ejemplo, lo que le puede pasar a nuestro perro al mudarnos muy a menudo de casa), conocido como estrés crónico.

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Para entender en qué modo el estrés puede afectar al comportamiento, debemos conocer un poco más detalladamente los cambios que se producen en el organismo cuando este factor se activa, es decir, hablemos un poco de fisiología y lo más importante, de emociones y cognición.

es esencial mantener niveles de estrés bajos si queremos ser efectivos en la terapia de modificación de conducta Clic para tuitear

Cuando el nivel de estrés sube, se activa el sistema nervioso simpático, es decir, el organismo se prepara para la acción, aumentando su nivel de energía y resumiendo lo que ocurre lo podemos enumerar como sigue:

–  Mayor aporte sanguíneo a los músculos para que lleguen más nutrientes y oxígeno. Esto se realiza aumentando la frecuencia cardíaca, así como respirando más rápido y profundamente. De aquí podemos extraer ya un síntoma de estrés visible: jadeos.

–  Se dilatan las pupilas.

–  Aumento de concentración de endorfinas en sangre y de neurotransmisores en la sinapsis neuronal: adrenalina, noradrenalina, dopamina, cortisol…

–  Aumento de concentración de glóbulos rojos en sangre (para poder transportar más oxígeno), es decir, la sangre se vuelve más densa, lo que implica un peor aporte sanguíneo a zonas periféricas (cerebro, por ejemplo). Otro síntoma de estrés: bostezar y/o sacudirse.

–  Paralización de las funciones metabólicas como la digestión y el aporte de nutrientes al órgano más grande del organismo: la piel. Esto nos lleva a poder observar otros síntomas de estrés: intolerancia gástrica (vómitos y/o diarrea); falta de apetito (dejan de interesarle los premios); caspa; hongos; dermatitis; caída de pelo (si hubiera sabido esto hace años ahora luciría una buena cabellera)… Por tanto, rascarse también lo podemos considerar un síntoma de estrés. En general, las señales de calma pueden ser síntomas de estrés.

Mediante el contracondicionamiento activamos el sistema nervioso parasimpático, el que activa las funciones metabólicas elementales de nuestros órganos, como la digestión. Por eso, la comida es, en muchas ocasiones, una herramienta extraordinaria para la terapia conductual canina, aunque no la única.

De todo esto podemos deducir que si nuestro perro, cuando se queda solo en casa; hace destrozos (respuesta a niveles altos de dopamina); orina por toda la casa (poliuria); orina sobre la cama del propietario (subida intensa de estrés al no encontrarle al llegar a al foco de olor más intenso); ladra sin parar (implica alto nivel de energía, además de llamada de auxilio)… No es para fastidiarnos, es porque cree que su vida corre peligro, cosa nada ilógica teniendo en cuenta que el perro es un animal social. Pero, como dirían en una película hace años: esto es otra historia (que la comentaremos en otro artículo).

Como podéis adivinar, si este estado fisiológico se mantiene durante mucho tiempo, empezará a haber problemas de salud física, pero ¿En qué afecta a las emociones y a la cognición el hecho de tener un nivel de estrés elevado?

Cuando el nivel de estrés sube, se percibe el entorno como más amenazante. A todos nos ha pasado alguna vez haber recibido una broma de un familiar o amigo íntimo y pensar que la broma tenía segundas intenciones, pensar que la verdadera intención era hacer daño. Esa misma broma, en vacaciones, nos resultará incluso graciosa.

Cuando el nivel de estrés sube, perdemos capacidad de concentración y por tanto, de aprendizaje. Este es un factor muy importante a tener en cuenta si queremos hacer cualquier tipo de adiestramiento a nuestro perro.

Por tanto, es esencial mantener niveles de estrés bajos si queremos ser efectivos en la terapia de modificación de conducta y en general si queremos ser eficientes en enseñarle cualquier cosa.

Ahora viene la siguiente pregunta, ¿Cómo consigo que mi perro tenga niveles de estrés bajos? Para esto hay dos opciones:

1) Evaluar, tras una larga y detallada entrevista, el entorno y las rutinas diarias en una visita a domicilio, además de conocer y observar al perro. Hay que evaluar si se juega con él, de qué manera, cuánto tiempo, con qué frecuencia, si hayniños en casa, qué relación tienen, qué se hace para “explicarle” lo que está “mal”, qué experiencias ha tenido y ha dejado de tener en edades tempranas (si se tiene esta información), que tenga paseos adecuados (en longitud, tiempo y manejo de correa correcto)… Como regla general, cuanto más se parezca su vida a la que sería si estuviera en la naturaleza, muchas más posibilidades tenemos de que esté equilibrado.

2) Acudir a uno de nuestros cursos en grupo de coaching canino.

3) Contratar nuestro servicio de etología y adiestramiento en positivo online:

Por tanto, que el perro tenga niveles de estrés moderados va a traer como consecuencia tener un animal más sano y con una óptima capacidad de atención y de aprendizaje.

En la mayoría de ocasiones, los problemas de conducta se resuelven con pautas de reducción de estrés adecuadas a cada caso, en otras, hace falta un poco más de ayuda, sobre todo en las que tienen relación con el período de impronta.

El estrés es un proceso adaptativo frente a un cambio en el entorno. Clic para tuitear

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Noel Espinosa | máster en etología clínica | adiestrador conselleria lic. cv-acc-54

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