Clásico y operante, qué son y porqué son vitales los condicionamientos para una modificación de conducta efectiva.
Condicionamiento clásico y condicionamiento operante son dos vías de aprendizaje estímulo-respuesta.
Estos dos tipos de aprendizaje, al contrario que el de las señales de calma, no son estrictamente necesarios que los conozcan los propietarios de perros, al menos aquellos que poseen animales que no muestran problemas de conducta y sólo busquen un adiestramiento básico. No obstante, es importante que los conozcan los que necesitan resolver algún problema conductual canino y es esencial que los dominen cualquier educador/adiestrador canino que quiera dar un servicio competente, aunque me temo que esta última premisa no siempre se cumple.
El condicionamiento clásico y el operante son la base para poder resolver problemas de conducta canino que presentan una expresión externa de alta intensidad como puede ser, agresividad; ladridos incesantes; tirar de la correa el 100 % del paseo; orinar y/o defecar al quedarse solo…
No conocer el proceso mental, emocional y hormonal que produce un tipo de condicionamiento u otro en función del estímulo con el que se encuentra el can puede dar como resultado utilizar una técnica de modificación de conducta errónea y por tanto, no sólo no obtener resultados si no incluso empeorar el problema. Desgraciadamente he visto demasiadas veces cometer errores al respecto por parte de adiestradores con dilatada experiencia. Considero que es imperdonable que en el intento de mejorar la conducta de un perro, ésta empeore.
Ahora pasaré a definir, en lenguaje sencillo, en qué consisten el condicionamiento clásico y el operante, para más adelante explicar cómo podemos empeorar la conducta del perro si no conocemos estos conceptos y de qué manera nos puede ayudar el conocerlos y dominarlos.
¿Qué es el condicionamiento clásico?
El condicionamiento clásico es aquel aprendizaje que se produce tras la repetida presentación de un estímulo, en principio neutro, que precede a otro estímulo que produce respuestas fisiológicas internas y como tales, involuntarias. Es decir, después de una serie de repeticiones, el estímulo neutro deja de serlo y produce las mismas respuestas fisiológicas que el estímulo primigenio. Por ejemplo, cuando vemos una mecha de un petardo encendida, tenemos una subida de estrés esperando la explosión que le sigue, cuando nos roban en un entorno determinado (una calle en concreto a una hora en concreto de una ciudad) cada vez que pasemos por ahí produciremos más adrenalina (sin provocarlo conscientemente), el atleta que entra en una pista de atletismo activa su metabolismo involuntariamente, cuando vamos de camino a una discoteca, a un concierto o al gimnasio se produce activación incluso antes de llegar, cuando vamos de camino a una biblioteca nos calmamos…
En este tipo de aprendizaje se apoyan la mayoría anuncios de televisión. Nos muestran una emoción positiva para que la asociemos con un producto.
Por este descubrimiento Pavlov recibió el Nobel de Medicina en 1904. Esto es lo que muchos conocen por la campana de Pavlov. Este científico presentó un sonido neutro previo a la toma de comida de varios perros y comprobó que, tras una serie de repeticiones, el sonido hacía salivar a los perros como si la comida estuviera presente. De esto se deriva la conclusión que los perros aprenden por asociaciones.
¿Qué es el condicionamiento operante?
El condicionamiento operante, también conocido como condicionamiento instrumental, se da cuando tras la presentación de un estímulo se produce un procesamiento cognitivo de la información y como consecuencia se decide realizar una acción motora de modo voluntario. Por ejemplo, el perro escucha “sit”, entonces recuerda que cuando se sentaba le daban un premio y decide voluntariamente hacerlo.
¿Cómo podemos empeorar el comportamiento de un perro si no conocemos estos conceptos?
Como veis, el proceso de condicionamiento clásico es completamente involuntario, por tanto, si el perro se encuentra con un estímulo que le provoca un secreción de adrenalina, noradrenalina, dopamina y otras hormonas o neurotransmisores que le produce una respuesta emocional por encima de su capacidad de gestión o conciencia (cosa que se produce mucho más a menudo de lo que pudiéramos pensar), muy probablemente la respuesta comportamental que veremos no nos gustará (agresividad, orinarse, no parar de ladrar…). Desgraciadamente muchas personas no son conscientes que este comportamiento para el perro es inevitable. El perro no está pensando en comportarse de esa manera sino que es un proceso completamente involuntario (como cuando un niño moja la cama por las noches) y por tanto al castigar la conducta conseguiremos que el animal vea ese estímulo como el responsable de nuestro castigo y no relacione este último con su comportamiento. De modo que cuanto más castiguemos, menos le gustará el estímulo y peor será su respuesta hacia él, empeorando la conducta.
Lo vemos con un ejemplo:
Imaginaos un perro de más de 60 Kg paseado por una persona de 50 Kg. Como el perro tiene mucha fuerza, esta persona va a una tienda y le aconsejan que le ponga un collar de pinchos, de modo que en los paseos, cada vez que esta persona ve otro perro grande, sin darse cuenta, tensa la correa ligeramente, lo que supone que al perro se le claven los pinchos en el cuello. Resumiendo desde el punto de vista del perro: perro grande = dolor en el cuello: Hemos conseguido por condicionamiento clásico que los perros grandes parezcan peligrosos, lo que provocará una respuesta agresiva o al menos intimidatoria como un intento de que el estímulo se aleje y así no le duela el cuello. Entonces se contrata un adiestrador de dilatadísima experiencia que sigue usando las técnicas de moldeo de comportamiento de los años 80’ pensando que así resolveremos el problema. El adiestrador se limita a darle tirones y gritarle “NO! “ cada vez que el perro del cliente reacciona “mal” sin tener en cuenta la causa del problema de conducta, ni las emociones del perro, ni si hay otras situaciones del entorno que pueden estar estresando al animal y de esta manera, a veces (este es el problema, no siempre) el problema de agresividad del perro se vuelve impredecible y muy, muy peligroso porque lo que realmente le estamos enseñando al perro es que amenazar es peligroso para él pero el miedo a otros perros en vez de mejorar, ha empeorado, agravando el problema hasta límites que en ocasionaes son fatales.
Esta es una de las razones por las que he dejado de utilizar el castigo con los perros, porque estamos jugando con fuego y considero que si uno solo de los perros que intento ayudar empeora, es imperdonable. Y me da igual si los perros utilizan el castigo entre ellos para establecer relaciones sociales, ¿no somos nosotros la especie superior? Entonces ¡¿cómo es que no podemos obtener resultados con métodos positivos?!
En una situación así, lo que hay que hacer es contracondicionar, es decir, darle estímulos positivos (normalmente comida) para que ese estímulo pase a ser positivo e induzca a la calma.
Desde aquí quiero agradecer a Virginia Gallego la clara explicación a la hora de diferenciar lo que es reforzar un comportamiento y lo que es tratar una emoción.
Si le damos comida a un perro cuando está ladrando en un proceso de condicionamiento clásico, NO estaremos reforzando el comportamiento de ladrar sino que estaremos cambiando la asociación hacia ese estímulo. Además, comer implica la activación del sistema nervioso parasimpático, es decir, baja el nivel de estrés del animal. Por esta razón es esencial que el adiestrador/educador conozca cuándo el perro está ladrando porque tiene una subida de estrés o cuando lo hace porque sabe que luego le dan un refuerzo (condicionamiento operante). La manera de dirigirse al perro cambia radicalmente si queremos llegar al objetivo deseado dependiendo del tipo de aprendizaje que esté realizando el perro en ese momento.
¿Por qué es importante conocer el condicionamiento clásico si tenemos niños y perros juntos?
Normalmente los niños producen excitación por sus gritos, movimientos rápidos y demás. ¿Qué le ocurrirá fisiológicamente a un perro si está con niños en las situaciones en que los niños juegan? Ocurrirá que el perro se excitará. Si el perro siempre está con niños en situaciones excitantes, ¿qué ocurrirá cuando un perro vea a un niño aunque sea en un ambiente tranquilo? Que se excitará igualmente. Excitación alta implica más dificultad de autocontrol y proceso cognitivo disminuido lo que, ¡aumenta la probabilidad de accidente!
Por tanto, dominar el concepto de condicionamiento clásico es la base para poder empezar a resolver la mayoría de problemas de conducta caninos. Una vez hemos contracondicionado correctamente y el perro ve ese estímulo como algo al menos, poco negativo, entonces trabajamos el condicionamiento operante y le pedimos que haga un comportamiento (enseñado previamente en una situación tranquila) incompatible con el indeseado, por ejemplo, le pedimos que se esté quieto cuando vea pasar un perro a una cierta distancia. Si practicamos esto lo suficiente conseguiremos resolver el problema de conducta desde la causa que lo provoca, llegando a no tener que “recordarle” continuamente al perro que no debe amenazar a otro perro cada vez que lo vea (tal y como ocurre muchas veces con los dichosos tirones de correa).
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