De todos es sabido que normalmente, cuando dos personas no se llevan bien es porque tienen un problema en la comunicación. El significado del mensaje del emisor es diferente a lo que entiende el receptor. A partir de ahí, es cuestión de tiempo que surjan problemas. Además, para que la comunicación sea útil, ha de ser en doble sentido.
Desgraciadamente la mayoría de los propietarios de perros hacen un gran esfuerzo en intentar que su perro entienda lo que ellos quieren pero muy poco en intentar entender lo que el perro les está diciendo, llegando incluso a malinterpretarlo. A continuación tenéis una pequeña guía que espero os ayude.
¿Qué son las señales de calma?
Estas señales corresponden al lenguaje corporal que usan los perros para comunicarse entre sí. Conocer y aprender estas señales es maravilloso y muy útil para cualquier amante de los perros, pero todavía es más útil para aquellas personas que les tienen miedo, ya que así sabrán como actuar en presencia de estos de modo que no haya problemas.
Los perros son animales que viven en manadas pero que, a diferencia de otros animales que también viven en grupos (herbívoros, por ejemplo) establecen relaciones complejas entre ellos: reconocen a cada uno de los individuos con los que convive, establecen relaciones duraderas con ellos y modifican su conducta según las reacciones del individuo que tengan delante. Son especialistas en resolver conflictos sin recurrir a la agresividad, ya que evolutivamente no es viable el riesgo de una posible herida ante cada conflicto con los compañeros de manada. Es por ello que requieren de un amplio lenguaje corporal para poder convivir sin problemas. Estas señales, por tanto, las realizan para indicar que están nerviosos o incómodos ante una situación, o bien para tratar de tranquilizar a otro individuo.
Las señales más frecuentes son girar la cara o dar la espalda por completo, lamerse el hocico, bostezar, quedarse quieto, moverse despacio y realizando una curva o evitar mirar a los ojos de manera directa. Hay otras señales como olisquear o rascarse (lógicamente, las señales hay que entenderlas dentro de un contexto concreto). Algunos autores han llamado a este lenguaje señales de estrés o conductas de desplazamiento. Más allá de la nomenclatura, lo importante es conocerlas y entenderlas.
Los seres humanos también realizamos habitualmente algunas de estas señales: si alguien nos está molestando con su conversación, giraremos la cara y desviaremos la mirada, en un intento de que nos deje tranquilos; si nos cruzamos con alguien por la noche en una calle solitaria, dejaremos cierta distancia con él, realizando una ligera curva al cruzarnos; si en una situación estamos incómodos, jugamos con nuestro cabello, nos rascamos o nos mordemos las uñas.
Los perros usan la siguiente secuencia para comunicarse:
Señales de calma -> señales de amenaza -> agresividad
¿Cómo actuamos con nuestros perros en muchas ocasiones?
Para empezar, la mayoría de los propietarios no conocen las señales de calma, por lo que, aunque el perro nos esté diciendo claramente que está incómodo, el dueño no hará nada por cambiar la situación. Como el perro ve que las señales de calma no funcionan, pasará a las señales de amenaza (gruñidos). De nuevo, en la mayor parte de casos, el dueño castiga al perro por gruñir, sin comprender que esto es un intento del perro por comunicarse y no llegar a agredir. Si el perro comprueba que las señales de amenaza tampoco funcionan, finalmente morderá (o huirá), porque no le estamos dejando más opciones. A largo plazo, los perros pueden aprender que sus intentos de comunicación no funcionan y pasar a morder directamente ante situaciones difíciles.
Veamos esto con un típico ejemplo: un niño pequeño está interaccionando con un perro (se abalanza encima de él, grita, le coge las orejas…). El perro gira la cara y se lame el hocico en repetidas ocasiones. El niño continúa y los padres no hacen nada al respecto. El perro se levanta, da la espalda al niño y se aleja. El niño le persigue y el perro gruñe. Los padres castigan al perro y el niño vuelve a las andadas…podéis suponer lo que puede pasar a continuación. Pero además, si el perro muerde al niño, algo muy habitual es que se culpe al perro y se opte por deshacerse de él.
Esto es muy frecuente en las casas donde conviven perros y niños. Si sabemos entender estas señales y apartar al niño cuando el perro nos lo pide “por las buenas”, no tendrá necesidad de gruñir y mucho menos de morder. Esta misma secuencia ocurre también cuando castigamos a nuestro perro de manera inadecuada. Muchos propietarios creerán que castigan correctamente a su perro, pero es muy probable que no sea así. Pero los castigos correctos e incorrectos nos darían para escribir otro artículo, por lo que no abordaremos el tema ahora.
Del mismo modo, podemos hacer señales de calma a nuestro perro y las comprenderá. Hay algunas más cómodas para nosotros, porque las realizamos de manera natural. Por ejemplo, si nuestro cachorro se acerca hacia nosotros con intención de jugar y en ese momento no queremos, podemos girar la cabeza (y aguantar varios segundos en esa posición) y el perro se alejará en busca de otro entretenimiento. Tenemos más posibilidades de éxito si lo hacemos en una fase inicial: es decir, si giramos la cara cuando el cachorro empieza a acercarse a nosotros (o incluso cuando nos está mirando desde su manta, con toda la intención de jugar) tendremos más opciones de que funcione que si ya lo tenemos encima mordisqueándonos.
Así, si una persona adulta o un niño tiene miedo a los perros, lo mejor que puede hacer cuando se cruce con alguno es no mirarle a los ojos, describir una ligera curva al cruzarse con él y no realizar movimientos bruscos. Haciendo esto, lo normal será que el perro ni le mire.
También es muy importante conocer las señales de calma si queremos adiestrar a nuestro perro a hacer algún comportamiento. Durante el adiestramiento podremos detectar si el animal se está estresando y eso nos permitirá ajustar nuestra metodología para mantener la capacidad de aprendizaje más óptima posible.
Una vez conocemos la existencia de estas señales, es maravilloso observar a los perros y darnos cuenta que las realizan a diario, en muchas y diversas situaciones. Es una nueva puerta de comunicación con nuestro perro, que él agradecerá para siempre, sintiéndose más comprendido, y por tanto más tranquilo. Por esto mismo, además ayuda a reforzar el vínculo entre el perro y el dueño.
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